El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), más conocido como la Reserva Federal, fue noticia la semana pasada con un recorte de 50 puntos básicos a su tasa objetivo. Esto marcó el primer recorte de tasas en varios años y generó una pregunta central: ¿esta medida es buena o mala para las acciones?
Para ser claros, es un poco de ambas cosas, dependiendo principalmente del marco temporal de su inversión. Profundicemos en las tendencias históricas, los patrones y las implicaciones más amplias de un recorte de tasas de este tipo en el rendimiento de las acciones.
Comprender el contexto histórico y las reacciones del mercado
En primer lugar, es esencial reconocer que los ciclos de recortes de tasas son poco frecuentes, ya que solo ocurrieron cuatro veces en los últimos 25 años. Esta rareza por sí sola hace que cada ciclo sea un evento significativo que vale la pena analizar. Estos ciclos corresponden a períodos económicos prolongados y son de naturaleza secular, en lugar de reacciones cíclicas o tácticas. Para los inversores a largo plazo y las instituciones con plazos extendidos, comprender estos patrones se vuelve crucial. Entonces, ¿qué sucede después del recorte inicial de tasas de la Reserva Federal?
Si analizamos los datos históricos, la respuesta del S&P 500 a los recortes iniciales de las tasas muestra resultados dispares. A largo plazo, los mercados suelen recuperarse, pero el escenario a corto plazo suele reflejar volatilidad. Por ejemplo, después del primer recorte de las tasas en julio de 2019, el mercado continuó su tendencia alcista a pesar de algunas turbulencias y el caos posterior provocado por la pandemia de COVID-19. Este período de pandemia fue excepcional y alteró muchos patrones financieros típicos, lo que lo convierte en una referencia poco fiable para sacar conclusiones a largo plazo.
Los ejemplos anteriores ofrecen una imagen más clara. Tomemos como ejemplo la Gran Crisis Financiera de 2007-2009. El recorte inicial de las tasas en septiembre de 2007 marcó el comienzo de una recesión que vio debilitarse significativamente el mercado hasta el mínimo de marzo de 2009. De manera similar, el estallido de la burbuja tecnológica a principios de 2000 siguió un guión diferente. Después del primer recorte de las tasas en enero de 2001, el mercado se mantuvo relativamente estable al principio. Aun así, los recortes de las tasas posteriores insinuaron una recesión más profunda, exacerbada por eventos como el 11 de septiembre, que condujo al mínimo de octubre de 2002. Estos ejemplos subrayan que, si bien los recortes de las tasas pueden ser un buen augurio para el crecimiento a largo plazo, a menudo traen inestabilidad a corto plazo.
Otro factor crítico en esta ecuación es la curva de rendimiento. Una curva de rendimiento normalizada, donde los rendimientos a largo plazo superan a los de corto plazo, indica una sólida salud económica. Por el contrario, una curva invertida (donde los rendimientos a corto plazo superan a los de largo plazo) indica escepticismo sobre el crecimiento futuro. Curiosamente, la transición de una curva de rendimiento invertida a una normalizada suele preceder a liquidaciones del mercado y posibles recesiones, como se vio en 2001, 2007 y brevemente en 2019.
Dinámica de la curva de rendimiento: un arma de doble filo
¿Es una curva de rendimiento normalizada puramente positiva? Los datos históricos sugieren lo contrario, al menos en el corto plazo. Cada vez que la curva de rendimiento se ha normalizado después de una inversión, ha sido seguida por caídas del mercado antes de la estabilización económica. Por ejemplo, en 2001, la curva de rendimiento se normalizó solo para ver una liquidación de acciones y una recesión a continuación. El mismo patrón ocurrió en 2007, e incluso en 2019, el breve período de normalización precedió a una caída del mercado impulsada por la pandemia.
Así, la normalización de la curva de rendimiento puede parecer alcista, pero a menudo indica la inminencia de un período turbulento para el mercado. Si bien las perspectivas a largo plazo siguen siendo positivas, y se espera una estabilización y un crecimiento después de las fases recesivas, el corto plazo se caracteriza por la volatilidad y la incertidumbre.
Una mirada al desempeño a largo plazo
Por lo tanto, si los recortes de tasas de la Fed son alcistas o bajistas para las acciones es una cuestión matizada, que depende en gran medida del horizonte de inversión. Las carteras a largo plazo se beneficiarán de un entorno de tasas bajas que impulse el crecimiento y la rentabilidad. Sin embargo, las perspectivas a corto plazo son mucho más complicadas. Los patrones históricos sugieren que el corto plazo puede enfrentar volatilidad impulsada por las proyecciones económicas y los ajustes de la curva de rendimiento, lo que implica un período plagado de riesgos e incertidumbre.
Comprender la compleja relación entre los recortes de tasas de la Fed, la dinámica de la curva de rendimiento y el desempeño de las acciones permite a los inversores navegar mejor en estas aguas inciertas. Al analizar los datos y patrones históricos, queda claro que, si bien los efectos a largo plazo de los recortes de tasas pueden ser positivos, la volatilidad a corto plazo es casi una consecuencia esperada. La decisión de la Fed es solo una pieza del rompecabezas en la intrincada dinámica del mercado.