Iowa, 2011. Las autoridades estaban sorprendidas por el caso de la Hot Lotto, en el que alguien había ganado 16 millones pero no quería el premio. ¿Qué había pasado?
Era 2005, y los protagonistas de la conversación eran dos trabajadores de la Asociación de Lotería Multi-Estatal (Multi-State Lottery Association). Se trataba del director de seguridad de información, Eddie Tipton, un tipo rollizo y conservador, aficionado a juegos de rol como ‘Dragones y mazmorras’, y uno de sus compañeros, el contable Gene Schaller, un contable de la Asociación. Fue entonces cuando Tipton empezó a plantearse por primera vez la posibilidad de ‘hackear’ la lotería en la que trabajaba sin que nadie se enterase. No era una cuestión de dinero (aunque la cifra de ganancias oscila entre los 24 y los 31 millones), sino un reto, como manifestó una década después, tras haber sido detenido.
Flash-forward’ a enero de 2015, cuando Tipton finalmente es arrestado por fraude. El juicio fue ventilado rápidamente: era tan difícil saber qué había hecho que tuvieron que despacharlo como un simple caso de fraude. En julio de ese año, el ingeniero fue sentenciado a 10 años de cárcel. Estaba claro que tenía que ser más que una coincidencia que el director de seguridad de la lotería, el hombre que tenía acceso al código de las máquinas que seleccionaban los ganadores fuese el mismo que había comprado un boleto con la combinación ganadora de uno de los mayores botes de la historia de dicho juego… antes de entregárselo a uno de sus amigos. Lo que no quedaba tan claro es de qué manera había conseguido acertar la combinación ganadora. Podían tener al culpable, del que hablaban todos los medios, pero sus métodos parecían desconocidos.