La moneda común que comenzó con once miembros y que 2 décadas después de su nacimiento posee 19 países miembros, aumentando la economía de la zona euro en un 72% hasta los 11,2 billones de euros, cifra solo superada por los EEUU, algo que convirte a la UE en una fuerza global a tener en cuenta.
Unos 343 millones de europeos utilizan cotidianamente el euro y fuera de Europa, varios territorios también utilizan el euro como moneda. Y otros 240 millones de personas en todo el mundo desde 2018 utilizan monedas vinculadas al euro. El euro es la segunda moneda de reserva, así como la segunda moneda más negociada en el mundo después del dólar. Desde agosto de 2018, con más de € 1,2 billones en circulación, el euro tiene uno de los valores agregados más altos de billetes y monedas en circulación en el mundo, superior incluso al dólar americano.
Es una señal de éxito, si, pero no es el punto de referencia más importante, al menos según sus fundadores. El gran proyecto europeo tras la Segunda Guerra Mundial tenía dos objetivos: en primer lugar, asegurarse de que nunca hubiera más guerras entre las naciones europeas; y en segundo lugar, hacer de Europa una entidad económica y política que pudiese rivalizar con Estados Unidos y Japón en el capitalismo global. Este proyecto fue dirigido por el capital franco-alemán, pero el proyecto del euro fue más allá y buscó la integración de todas las economías capitalistas europeas en una sola para competir con los EEUU y Asia.
No obstante, el paso del tiempo y la crisis mundial aumentó dramáticamente las fuerzas divergentes en la zona euro. La fragmentación de los flujos de capital entre los estados fuertes y débiles de la zona euro se multiplicó, los sectores capitalistas de las economías más ricas, como Alemania, dejaron de prestar directamente a los sectores capitalistas más débiles como eran Grecia y Eslovenia. Como resultado, a fin de mantener la moneda única para todos, la autoridad oficial monetaria, el BCE y los bancos centrales nacionales tuvieron que proporcionar los préstamos en su lugar. Ésta es una gran divergencia dentro de la zona euro.
La imposición de fuertes medidas de austeridad por la dirección franco-alemana de la UE a los países en dificultades durante la crisis fue el resultado de los criterios limitados adoptados para el euro. En 20 años no hubo una unión fiscal completa, no hubo inyecciones automáticas de crédito para cubrir la fuga de capitales y los déficits comerciales y no hubo una unión bancaria con regulaciones comunes, conceptos básicos que son la norma en uniones completas de grandes economías como ocurre en la economia de los EEUU y sus leyes federales entre estados, porque en la eurozona, todo tenía que ser aceptado mediante negociaciones tortuosas entre cada estado.
En realidad tenemos una casa a medio construir tras 20 años.
Si les interesa el resto del articulo les recomiendo accedan a sinpermiso.info pulsando aquí para continuar su lectura en su fuente original.