En los últimos años las emisiones de CO2 del total de coches que se venden en Europa han aumentado. Los coches diesel, demonizados tras el escándalo de manipulación de las emisiones del dieselgate –algo que no tiene que ver con el C02, y sí con las partículas contaminantes, especialmente el NoX– ha hecho que se siga viendo, cuando entramos en la próxima década, como un elemento contaminante a eliminar de nuestras carreteras, sin hacer distinciones entre los coches problemáticos –los viejos– y los nuevos.
La tendencia sigue por parte de las organizaciones ecologistas a las que la industria, el mercado, el empleo y todos los pasos intermedios para realizar una transición ordenada hacia la electromovildad les da igual. Así se desprende, al menos, del estudio lanzado recientemente por Transport & Environment en el que afirman que el aumento de emisiones de gases de efecto inveradero C02 viene sobre todo por la tendencia a comprar más SUVs, en lugar del detrimento del diesel, que dicho sea de paso, ha sido porcentualmente mayor que el número de coches SUV puestos en circulación. Eso, sin tener en cuenta que el fenómeno SUV es irregular, no afecta igual a todos los países, e igualmente que los vehículos con carrocería pura todoterreno, justamente, se empiezan a vender menos por la necesidad de una superior eficiencia.
Con la llegada de la nueva norma de los 95 gramos vamos indefectiblemente hacia la electrificación. Verdad verdadera, como también es verdad que actualmente el diesel, unido a las técnicas de hibridación ligera, sigue siendo una opción válida para las mecánicas que no cuentan con sistemas enchufables, sean sistemas mixtos motor térmico/eléctrico, sean puramente movidos por baterías.
En este vídeo explico exactamente los motivos y los errores que llevan a estos grupos de presión anti automóvil, esencialmente, a intentar dirigir a los consumidores a donde ellos creen que es más interesante, sin depurar antes las necesidades económicas particulares de los ciudadanos a la hora de comprar un coche nuevo, o usado, y las estructuras económicas de los coches que fabrican países como el nuestro, España.