Más que malo un desastre porque si a sus rentabilidades negativas le sumamos el efecto dilutivo del poder adquisitivo del dinero, o hablando en plata el impuesto a los pobres que es la inflación, porque vamos a las rentas altas un 10% no es nada más que un accidente transitorio en su valoración patrimonial, a un pobre o vulnerable que le llaman así ahora porque claro gobierna la izquierda y la palabra pobre no queda bien y no la dicen ni por orden judicial, cuando la izquierda está en la oposición tienen todo el día la palabra pobres , pobreza y miseria en la boca cada vez que se refieren a la rentas bajas.
En fin que la renta fija orientada a futuros sobre bonos y notas que tan bien ha ido otros años con una inflación baja este 2021 paga los platos rotos siendo de los productos financieros estrellado y solo escapa de la quema los productos financieros de renta fija protegidos contra la inflación, coloquialmente TIPs.
Cómo funcionan los bonos ligados a la inflación y diferencias con el bono convencional
En primer lugar, debemos destacar que los TIPS cuentan con el mismo respaldo y seguridad que un bono soberano convencional en términos de riesgo de crédito, por lo que la probabilidad de impago es prácticamente inexistente en el caso de EE. UU. La principal diferencia entre ambos es que los TIPs están concebidos para proteger al inversor contra el efecto de la inflación en un plazo determinado, independientemente de la evolución de la misma. Actualmente solo se emiten TIPS a largo plazo con un vencimiento de cinco, 10 y 30 años. El cupón que pagan los bonos ligados a la inflación es fijo y semestral, y se establece en el momento de la emisión. Adicionalmente, el principal del bono se ajusta en función de la inflación (utilizando como referencia la evolución del Índice de Precios al Consumo), por lo que a vencimiento la rentabilidad será igual a la inflación del periodo más el cupón fijo que, por tanto, es el que determina la rentabilidad en términos reales de la inversión. El inversor sabe exactamente lo que va a ganar a vencimiento en términos reales (una vez descontada la inflación), a diferencia de un bono convencional en cuyo caso el inversor sabe lo que va a ganar a vencimiento pero en términos nominales.
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