Juan Ramón Rallo nos da una clase de tributación fiscal y desglosa por grandes partidas y luego por capítulos, todo lo que ingresa la Administración Pública de este país, excluidas tasas, precios por servicios públicos (que son impuestos indirectos realmente) e impuestos especiales por su propia naturaleza.
El monto total, solo en materia de tributación fiscal se va a un nivel cercano al 0.5 billones de euros (os recordamos que el PIB español en 2019 fue de 1.4 billones de euros), lo que hace que el Estado drene de la economía española un 35% de lo que genera, pero y aún así, nuestro ejecutivo contrata a «expertos» para que le digan de dónde y cómo se pueden generar más ingreso público.
Por el contrario los españoles pagan unos servicios públicos malos, escasos y caros. Una educación cada vez peor por leyes educativas que lo que pretenden es maquillar el fracaso escolar, una formación profesional y universitaria masificada muy atrasada en cuanto a la integración de los alumnos en el mercado laboral, una justicia tediosa y lenta, una protección social cada vez más deficiente, una pésima gestión del empleo y la colocación laboral de jóvenes y parados de larga duración, cada vez más manos de obra mayor de 52 años fuera del mercado laboral viviendo en el umbral de la miseria y un largo etcétera, que más bien dejan claro que el trabajo del político desde luego no es la gestión pública sino la perpetuación en el cargo o mantener el escaño.
Lo más triste es que tragamos, no chillamos y encima vamos a votar cada cuatro años al mismo perro con distinto collar y como alguno se rebele contra el expolio fiscal, nos sueltan la retahíla de siempre… que quien paga los colegios, el hospital, las pensiones, las ayudas, los tribunales y las carreteras, pero nunca sale en la ecuación el «quien paga a los políticos» ni lo crudo que se lo llevan cuando están en la política activa, sea en el gobierno o en la oposición. Ya forman por ellos mismos una subclase social. Son cuarenta años de democracia y han engrosado mucho (muchísimo) la lista de los personajes de su casta que viven del erario público.
Lo más divertido es que los políticos suelen decir que no están en política por dinero ( se entiende que ni por dinero en blanco ni por dinero en negro ).
Dicen que, si fuera por dinero, no habrían escogido dedicarse a la política y se hubieran ido directamente al sector privado.
Vamos, que están por vocación y por querer prestar un servicio a la sociedad.
No hay pan para tanto chorizo.