El diálogo, el acuerdo, el pacto, la paz, evitar la guerra es lo que queremos todos sin excepción pero a veces todo esto es imposible porque la otra parte cree que el diálogo, el acuerdo, el pacto, la paz y evitar la guerra es una mera excusa para que las cosas sigan como están o que el tiempo las arregle poniendo un remiendo hoy que la causa del problema seguirá latente y creciendo cada vez más.
Si queremos la paz tendremos que darle a la otra parte lo que quiere para que no haya guerra, desde el momento en que no estemos conformes la paz no puede tener lugar, porque la paz de uno será el motivo para la guerra del otro y lo único que habrá conseguido es intercambiar los papeles.
En todo conflicto hay un punto en que las partes cancelan su necesidad de imponer su fuerza o su defensa, pero hay veces que no es así o peor aún se pone un parche que será el motivo de una guerra futura. Nadie quiere la guerra pero a veces es necesaria, y la guerra no es solo matarse unos a otros, una huelga también es una guerra a pequeña escala, parar un país también es una guerra y el pacifismo obrero ampara la lucha. Lamentablemente a veces hay que hacer la guerra para alcanzar la paz cuando ninguna de las partes llegan al punto de equilibrio en sus negociaciones, y solo rebajando su fuerza es posible alcanzarlo.
El pragmático no es un violento, es un negociador. Muchas veces nos creemos jueces de situaciones en que la que no somos ni arte ni parte y damos soluciones desde nuestros sillones sin tener ni puñetera idea de lo que realmente se debate entre dos partes.