Si el BNF estima que la la transición energética se empezó en el 2004 con 32.000 millones de dólares de aquel entonces y a cierre del 2022 el gasto ha subida 1.1 billones de dólares hay que reconocer que el gasto desde entonces ha tenido un crecimiento exponencial. Y creemos que lo va a seguir haciendo, nos hemos puesto retos importantes y para alcanzarlos los gobiernos del mundo (unos más y otros menos) van a tener que seguir gastando mucho más dinero.
El cambio climático está íntimamente ligado a la transición energética, el primero no se producirá con toda su virulencia y nefastas consecuencias para la humanidad si el mundo sigue gastando exponencialmente en la segunda.
EEUU, la UE, Rusia, India y China no están jugando limpio con el resto del mundo y el primer mundo no está jugando limpio con el segundo y tercero, nos damos muchos golpes de pecho por delante en los foros para posturear y quedar bien unos con otros pero luego por detrás se hacen gamberradas ecológicas al planeta dignas de sanciones megamillonarias. Parece que nadie está dispuesto a echarle el freno de verdad a la contaminación si ello supone mermas de crecimiento y gasto público para un país y beneficios para la empresas.
La etiqueta ESG debe el mundo volverla a poner de moda y que se corte toda relación con empresas que no tengan esa etiqueta o en su defecto en proceso de obtención, de comercio justo y de tratados de comercio internacional diseñado a la medidas de los países no a la de las multinacionales.
En qué se tiene que gastar para que cambio climático pueda atenuar sus efectos porque todo hace suponer que no se va a poder evitar, pues sencillamente invertir en esto …