La crisis sitúa al euro camino de los 1,16 dólares a los que nació en 1999
El euro ya no es sólo la moneda oficial de 16 países europeos. Posee otro atributo: se erige como el termómetro de la crisis en la que está sumida la región por la propagación de los problemas de Grecia.
Ninguna otra referencia permite calibrar la gravedad de una situación que nació con apariencia local pero que ahora, medio año después, afecta al conjunto de la Eurozona. Los datos lo confirman. Desde finales de noviembre, momento en que la moneda única alcanzó los 1,514 dólares, se ha depreciado un 18,5%, porcentaje que se sitúa en el 14% si se acota la línea temporal a 2010.
El último episodio de esta secuencia descendente se produjo ayer A primera hora, el euro retrocedió hasta los 1,223 dólares. No se le veía por terrenos tan bajos contra el billete verde desde abril de 2006. Aunque por la tarde minimizó sus pérdidas y se asentó en torno a los 1,235 dólares, el mensaje está enviado: a corto plazo, su camino está lleno de obstáculos.
Y a los niveles actuales, ya no suena tan descabellado que regrese el cambio con el que nació en 1999: 1,166 dólares. Sólo tiene que bajar un 6% más para ello. «No se puede descartar que retorne a esos niveles. A corto plazo, resulta difícil encontrar un catalizador para que el euro se aprecie», confiesa Pablo Guijarro, director de análisis macroeconómico de AFI.
Cinco de las 42 firmas consultadas por la agencia financiera Bloomberg vaticinan que retornará al punto de partida de 1999 en el último trimestre de 2010, una posibilidad que a comienzos del año no figuraba en los pronósticos. E incluso BNP Paribas y Royal Bank of Scotland creen que irá mucho más allá y caerá hasta la paridad contra el dólar (es decir, un euro igual a un dólar) entre finales de este año y comienzos de 2011. Por el momento, y desde un punto de vista técnico, los analistas de Bolságora sostienen que si mantiene los 1,235 dólares, podría rebotar a corto plazo; si los pierde, aconsejan vigilar el soporte de los 1,205 dólares.
Dos mundos
Para los expertos, la fragilidad del euro responde a dos motivos. Uno propio y otro importado. El primero tiene origen en la europeización de la crisis helena y en el retraso de la recuperación como consecuencia de las dificultades actuales. «La caída del euro es el mejor termómetro de que el mercado descuenta una situación cíclica muy complicada para Europa en lo que respecta a su crecimiento y el futuro de los tipos de interés», concluye Pablo Guijarro. En este sentido, el mercado ve con recelos la tibieza mostrada por el Banco Central Europeo (BCE) a la hora de estabilizar los mercados de deuda pública y privada. Ayer,la entidad comunicó que en su primera semana destinó 16.500 millones de euros para adquirir bonos soberanos.
En cuanto al segundo, procede la fortaleza del dólar. Con la reactivación económica estadounidense más afianzada, el mercado interpreta que la Reserva Federal (Fed) subirá los tipos antes que el BCE, otro ingrediente que da ventaja al billete verde. Este segundo motivo se amplía a otros países cuya economía también camina más rápido que la europea y que incluso ya han visto -o verán en breve- subidas de los intereses. Es el caso de Canadá. Ayer, su divisa se revalorizó hasta los 1,273 dólares canadienses, máximos desde 2001.
Adicionalmente, la fragilidad del euro también se observa contra varias de las divisas refugio, como el franco suizo o el yen japonés. Ayer, el euro llegó a caer hasta los 1,40 francos, el nivel más bajo de la historia, y hasta los 112,5 yenes, algo que no ocurría desde 2002.
La propagación del impacto del debilitamiento del euro viajó ayer hasta China. Las autoridades del gigante asiático mostraron su inquietud por la bajada de la divisa europea, algo que puede afectar a sus exportaciones, puesto que el yuan se revaloriza un 14% contra la divisa europea en 2010, y a su voluntad de diversificar sus reservas en otras monedas distintas al dólar estadounidense.
Demasiado rápido
Más allá de las referencias temporales a las que está retrocediendo el valor del euro, los analistas subrayan la celeridad del retroceso. «El descenso del euro es bueno para Europa. El problema es cuando su caída se produce en un entorno de volatilidad e incertidumbre. Entonces se vuelve negativa. Si se equilibra la situación, un euro a 1,20 dólares supone una buena noticia para la región», argumenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. «Lo más preocupante es la velocidad a la que se ha producido», confirma Pablo Guijarro, de AFI.
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