El descalabro de Marsans continua y parece no tener límites. Más allá de los trabajadores que siguen preguntándose -sin obtener respuesta alguna- acerca del futuro de la agencia, los clientes de Marsans no ganan para disgustos. Parece que la agencia de viajes, aparte de quedarse sin fondos, se ha quedado también sin corazón. Después de que la IATA les retirase las licencias para vender billetes, ahora resulta que los mismos clientes que se tienen que quedar en tierra este verano, deben pagar por un regalo que les hizo la compañía.
En noviembre del año pasado, Marsans, en un intento de remontar las ventas, promocionaba las vacaciones veraniegas de sus clientes con una oferta irrechazable. Los compradores que se gastaran un mínimo de 600 euros en sus viajes, podían elegir entre dos obsequios: o un 7% de descuento en el total de la factura de su viaje además de un descuento de un 5% en noches de hotel o bien, para los más salados, una paletilla de jamón de bellota Jabu. Si la compra ascendía a 1200 euros, la paletilla podía ser mediana y cambiar de nombre. Esta vez el obsequio era marca Joselito, «el mejor jamón del mundo», como rezaba la promoción. En el caso de los viajes que ascendieran a más de 1750 euros, el regalo aún era más apetitoso: un jamón de bellota Jabu. En cualquier caso, tres delicias que pocos clientes pudieron rechazar, algo de lo que ahora se arrepienten.
Después de la retirada de licencias, la mayoría de clientes que tenía Marsans se vieron obligados –aconsejados por los propios agentes de viajes de sus oficinas- a cancelar sus viajes o a tratar de contratarlos con otras agencias no salpicadas la pésima situación financiera de Marsans. Para ello, los clientes empezaron a acudir masivamente a las oficinas a partir del mes de abril para reclamar la devolución de la paga y señal que habían dado por el viaje que entonces se desvanecía. En esos momentos, los trabajadores de Marsans tuvieron que afrontar un nuevo episodio vergonzoso: decirles a los clientes que debían pagar por el jamón que muchos de ellos se habían comido ya por Navidad, puesto que la promoción sólo duraba hasta finales de diciembre. Sin embargo, se trataba de un regalo envenenado, como han podido comprobar después, porque de una paga y señal de más de 500 euros, lo único que les devolvía Marsans eran 200 euros. Los 300 que desaparecían lo hacían en concepto del jamón.
Porque de lo que no se acordaban muchos clientes era de que habían firmado un papel, cuando contrataron sus «vacaciones de pata negra», donde ponía que, en caso de que el cliente cancelara el viaje, debían devolver el importe del jamón. Y así han tenido que hacerlo. Los clientes tienen ahora las manos atadas porque no saben ante quien denunciar y muchos de ellos han optado añadir una queja más contra la compañía o, simplemente, resignarse. Pero opten por la opción que opten, sus críticas se hacen oír en múltiples foros de Internet.
Los afectados insisten en que la devolución debería reclamarse en caso de que sea el cliente quien, por voluntad propia, suspenda el viaje, lo cual no se corresponde con sus casos. Por eso no se explican esta situación «surrealista», como la califican algunos afectados. Otros la llaman, directamente, «timo», porque «no deja de ser un engaño al cliente, que está pagando los platos rotos doblemente». Afirman que querrían marcharse de viaje, pero en sus propias oficinas les recomendaron que cambiaran de agencia ante una situación tan crítica como la que atravesaba Marsans, por lo que la anulación no es voluntaria.
Sin duda, si algo han aprendido después de esta experiencia es que hay regalos que acaban saliendo muy caros.